Mamá, quiero ser una nena

Ser padre es la tarea más difícil del mundo… y encima los bebés vienen sin manual. Si ya es complicado criar a un niño sin problemas de identidad, imaginen cuando tu hijo, de cuatro años, aparece vestido con tu ropa y te dice: “mamá, quiero ser una nena”. Al principio, te lo tomas a broma, son tan pequeños, están a medio hacer y no le das mayor importancia. Pero esa actitud persiste y empiezas a preocuparte. 

En una sociedad normal, lo lógico es acudir a un profesional, al pediatra que puede derivarte al psicólogo infantil. Por qué no, sentirse distinto al sexo biológico no es normal por mucho que ahora existan colectivos empeñados en convencernos de lo contrario. Es un trastorno y, como tal, debe tratarse. De cómo reaccionen los padres dependerá el futuro de esa criatura. Con padres sin ideas raras será más fácil llegar a una solución.  

Recientemente, estamos viendo casos que llegan incluso a los tribunales. Adolescentes que se quitaron los pechos que fueron hormonadas y ahora, cuando se sienten mal y enfermos, denuncian a una sociedad que, según ellos, les obligó a operarse. Por desgracia, no son pocos los suicidios, al comprender que se dejaron arrastrar por personas sin demasiados escrúpulos, empezando por algunos padres. Un niño es como una esponja, va absorbiendo aquello que ve y escucha. La tarea de los padres es sin duda la de educar y ayudar al infante a pasar las sucesivas etapas de crecimiento. De cómo estos padres asuman los problemas que vayan surgiendo dependerá el futuro de su hijo o hija.  

Las modas no son buenas consejeras, estamos hablando de trastornos serios que el niño vive con angustia y los adultos también. Como trabajadora social, opino que hay que esperar a que el niño se haga más mayor y comprenda perfectamente lo que le está pasando; por supuesto, para quitarse los pechos o el pene, debe de pasar por los especialistas que le expliquen los pros y los contras, ya que estos cambios se tratan de algo irreversible. porque es irreversible. De ninguna manera hay que hacer caso a los colectivos que están saliendo, a los que el menor les importa un rábano. 

Mucho cariño y comprensión y buscar ayuda. Sentirse extraño en tu propio cuerpo no es plato de gusto, verte distinto duele y la sociedad tiene que prestar las herramientas adecuadas para que el ser humano viva una vida plena y completa. Es tarea de todos. 

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