O jugamos o pinchamos el balón

Hace unos días comentaba en estas mismas páginas cuán cuestionable podía ser que no se volviera a editar el Gobierno de Sánchez, sabedor de su extraordinaria capacidad de diseñar estrategias perfectamente meditadas y cuantificadas por su equipo de comunicación para darle la vuelta a las encuestas. También comenté en su momento cómo la alternativa a un Gobierno de Sánchez y PODEMOS, en este caso SUMAR, formado por el Partido Popular de Feijoo y VOX podía no ser nada atractivo para mucha gente que, o bien no iría a optar por votar al ex Presidente gallego para fortalecer su posición final, o votaría a otras opciones, o bien preferiría no votar para luego sentirse culpable de su decisión habida cuenta de las exigencias ideológicas de los de Abascal, ya más en contra de sectores sociales que a favor de España, defensa que ha quedado diluida en que “su  España” sólo la forman él y los que piensan como él”. Básicamente como PODEMOS, pero frenando libertades en vez de inventando derechos.

También tenía claro que después de las elecciones municipales y autonómicas comenzaría de verdad la campaña electoral. Lo que nunca imaginé es que la derecha pusiera ponérselo tan fácil a un Sánchez que, básicamente, se dedica a regodearse de los enormes errores que los de Feijoo y los de Abascal están cometiendo en las negociaciones post electorales y hasta en las primeras decisiones que están tomando de imposición ideológica en las instituciones que han llegado a presidir. Y es que, a pesar de que todos sabemos, menos ellos mismos y los que los votan, que VOX, al igual que PODEMOS, como en su momento lo fue Izquierda Unida, son formaciones políticas que están condenadas a no ganar elecciones en este país. Y lo están porque sólo representan a una parte mínima de población que difícilmente podrá llegar a ser mayoritaria.

El problema que tiene este país en ese sentido es que carece de un centro real, como lo pudieron ser en su momento UPyD o Ciudadanos, porque llegaron a ser demasiado incómodos para los partidos mayoritarios y prefirieron eliminarlos aprovechando que el centro en este país no tiene cabida frente a la polarización ideológica, frente a ese maniqueísmo totalitario que termina por arrasar y enfrentar a vecinos y amigos mientras los de siempre terminan repartiéndose el jugoso pastel de los puestos políticos fruto de esas papeletas que todos, o los que decidimos hacerlo, depositamos en las urnas. Porque la política, estimados lectores, no es otra cosa que la escenificación de una farsa que pasa por hacer lo que desde otros estamentos te viene impuesto, bien Europa, la propia economía, la fuerza de los medios de comunicación… o lo que se es capaz de construir, desde la posición de poder, como necesidad social que, finalmente, es satisfecha en un auténtico juego de magia del que ningún ciudadano parece darse cuenta del truco.

Al final, los pequeños pasos que se dan en reivindicaciones sociales, en necesidades de la población, o de inversión en infraestructuras, en Educación, en Sanidad o en pensiones van a depender más de la presión social y el interés del partido de turno, por no perder esos votos o por retenerlos, que por solucionar realmente el problema planteado, convirtiendo a nuestro país en un país políticamente de parches que se van pegando tapando agujeros cuando estos son capaces de dejar ver las entrañas de un sistema que no deja de manipularnos.

Y es que cada vez somos más incapaces de ver las injusticias en los otros porque sólo nos preocupan nuestros propios derechos, nuestros objetivos personales y nuestra avaricia. Lo demás, todo se convierte en postureo. Y para ello nada más sencillo que el truco del maniqueísmo totalitario, del blanco o negro al que cualquiera debe adherirse, convertirse en un facha para unos o en un rojo socio-comunista para otros. A eso hemos llegado tras más de 45 años de democracia en España.

Ya lo comentaba la ex socialista Rosa Díaz hace unos días en una intervención en el programa de Federico Jiménez Losantos, en el que explicaba cómo en el entorno de Sánchez se hablaba hace años de la necesidad de potenciar a un partido de ultraderechas para poder tener un enemigo real al que combatir que reeditara esa necesidad de votar al contrario para no caer en las garras del fascismo. Y, claro está, como cualquier extremo, necesita retroalimentarse del enemigo opuesto, en este caso el defenestrado PODEMOS, ahora reconvertido en un SUMAR que sigue siendo el mismo proyecto, con los mismos objetivos y planteamientos, pero con una líder mucho más ambiciosa que el propio fundador del primer movimiento. Las palabras de Iglesias terminaron ahogándose en la piscina de un chalé en el no precisamente proletario municipio de Galapagar mientras que su Marco Bruto, Yolanda Díez, afilaba a sus espaldas la daga con la que terminaría por liquidar a su mujer en otro juego de magia de esos de la ves… pues ya no la ves.

El caso es que Guardiola, que no el portero de fútbol sino la candidata del PP en las elecciones regionales en Extremadura, sí terminó por parar al embravecido VOX al que esperó a porta gayola en unas negociaciones en las que no le permitió extralimitarse en exigencias que pudieran cuestionar los planteamientos ideológicos del Partido Popular de centro derecha en aspectos como el feminismo, la violencia de género o los derechos LGTBI. Nada, más de lo que les contaba, VOX entró a negociar contra algunos, no para mejorar lo de todos y no respetando las columnas de dignidad que lo separan del resto de partidos políticos con representación en las instituciones en España.

Muchos han criticado la salida de la del PP de Extremadura, aún sabiendo que en ese lance se jugaba el puesto, se jugaba el cargo y ponía en riesgo la presidencia de la Comunidad de Extremadura. Una mujer que no vende sus convicciones y, presumiblemente, las de su partido por sus ansias de poder merece, ante todo, el mayor respeto posible, algo que el maniqueísmo reinante no es capaz de comprender y, alejando las circunstancias de un hecho que debería de entenderse con la mayor naturalidad del mundo, montaron un circo que en nada beneficia a ninguno de los dos partidos de cara a las próximas elecciones del 23J. Aunque, diría yo, que mucho menos a los de Abascal, que sí parece estar quedando retratados en las negociaciones imponiendo vetos precisamente a estos temas por encima de problemas mucho más graves y profundos que pueden afectar a municipios y comunidades, y siempre poniendo por delante subirse al carro del poder, del Gobierno de turno. Sólo el odio inoculado en sus más que cuestionables discursos en lo referente a temas sociales pueden justificar este tipo de reacciones, defender a quiénes buscan imponer en temas sociales y entrar con carguitos a toda costa señalando a quién es capaz de jugársela por defender la dignidad y los derechos de otras personas. Para mí un enorme aplauso a María Guardiola y ojalá el resto de políticos del Partido Popular tuviesen las agallas de lidiar con ese toro con la magnífica respuesta que ella dio a los intolerantes de Abascal.

Lo cierto es que, como indicaba al inicio, el globo ha comenzado a deshincharse y no lo ha pinchado ninguna otra formación política que las que forman ellos mismos. Parecen estar poniéndose más de acuerdo para restarse que para sumar. Terror da, a estas alturas, visionar un Gobierno del Partido Popular en el que pueda entrar VOX y condicionar ciertas políticas con un negacionismo que la sociedad en su conjunto, estoy convencido, no estaría dispuesta a tolerar. Imagínense ese supuesto Gobierno, en época de pandemia, con un VOX negando la existencia real del virus o su agresividad, no tomando medidas preventivas y desproveyendo a la población de medidas de protección. Imagínense a todo un Partido Popular lidiando con este toro.

Bueno, como siempre, al leer mis líneas, ya habrá algunos que me tachen de azul, de rojo, de verde o de morado. Siento mucho decirles que quién les escribe lo hace siempre desde el corazón, sin maniqueísmos, sin filtros ideológicos, convencido de mis palabras y sin prestar a nadie mi conciencia y honor. Esas son bases fundamentales para entender la libertad de expresión y asumir esa libertad como un derecho y como una obligación sobre uno mismo, algo que, posiblemente para muchos, no tiene cabida en su concepción de la política y eso lo dice todo. Asumir la libertad propia conlleva asumir la ajena a no estar de acuerdo. Como siempre, no tengo ningún problema en rebatir lo que sea necesario, con educación, respeto, e inteligencia. Muchas gracias.

Por cierto, una última y leve reflexión en forma de pregunta. ¿Quiénes creen ustedes que formarían un Gobierno más cómodo entre ellos, Sánchez y los de Sumar o Feijoo y los de VOX? Igual si responden a esta pregunta podrán tener una mejor perspectiva de a quién sabe Sánchez que terminarán votando muchos ciudadanos después de la campaña que se avecina.

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1 Comment

  1. Lo que Vd. llama intolerancia, muchos desde su propia página le llamamos sentido común. Una cosa es proteger a las mujeres y otra favorecer las denuncias falsas. Una cosa es respetar a los Lgbt y otra fomentarlos entre los niños. Una cosa es recibir refugiados y otra acoger a todos los ilegales en un país con más de tres millones de parados. Debería cuestionarse de qué lado está realmente

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