Una derecha sin complejos

En poco más de 30 años se ha optado por hacer y no solo decir. Una organización comprometida con España y con cada municipio que la compone. Un PP dispuesto a abordar cualquier crisis independientemente de la materia que se trate, una gestión experimentada y de la que poco podrá empañar cualquier otra formación política, los datos van de la mano de una realidad difícil de manipular.

No cualquier grupo político puede decir que, a pesar de cometer errores, ha decidido mirarse al espejo para elaborar una crítica constructiva con el fin de hacernos crecer a todos los españoles. Eso siempre será un valor en alza como ocurre con cada uno de nosotros ya que la política no difiere de la vida. Si alguien me preguntará “Y tú, ¿por qué eres de derechas?» En mi respuesta podría añadir muchos otros argumentos de peso junto a mis valores personales, pero…  «¿Y tú por qué pones en duda la corriente diestra?«

Hemos convivido con tres legislaturas nacionales en las que la izquierda ha tenido el bastón de mando, esta última aún vigente, generando cada día escenarios de incertidumbre ante la economía de cualquier ciudadano español. Un PSOE abanderado del obrero y un obrero sintiendo que es el único que aquí está pagando el plato, la cubertería y hasta las vajillas donde no come. Confiar hace tiempo que dejó de ser una cuestión prudente para convertirse en algo inimaginable, y si no que se lo digan a nuestros emprendedores que tratan cada día de lidiar con sus dificultades y las añadidas por un gobierno socialista. Emprender es ahora un opción encomiable, sólo para valientes.

Estos últimos treinta años hemos sido testigos de tres crisis económicas de la cual cada una ha superado en intensidad a la anterior. Una gestión poco liberal que dejó tras su paso, aumento en las cifras de desempleo, una menor creación de empresas, aumento del déficit y esto traducido al castellano se traduce en una economía que genera limitaciones a nivel profesional y personal, por lo que no hay vencedores pero si muchos vencidos ante nuestro declive económico.

El aumento de impuestos no será nunca la primera opción para un gobierno progresista, ya que solo puede darse ante una incapacidad de gestión y como resultado de esta, no queda de otra que recurrir al bolsillo del ciudadano. Una práctica habitual en su forma de gestionar. Y créanme cuando les digo que ahogar la situación económica de cada hogar o empresa nunca será una solución para solventar una pésima gestión. Con el devenir de este desgobierno vemos en cada control parlamentario como la responsabilidad se delega a Bruselas o incluso Rusia, sin afrontar la teoría de responsabilidad que les compete que sería cuanto menos un gesto de cortesía y madurez a los que depositaron su confianza en un voto.

En España tenemos un problema cuando la izquierda pilota el avión, viajamos sin conocer el destino y, cuando aprietan las turbulencias, con suerte, decidimos cambiar de rumbo para no sentir el vértigo de su caída. A estas alturas del trayecto de nada nos sirve rezar. Y si la aerofobia generada fuera poca, se suma una actitud habitual de triunfalismo poco condescendiente que se ha convertido en nuestro pan de cada día.

Me niego a que España se convierta en un país de crisis constantes, ante una izquierda que se muestra impasible y ha olvidado que su misión no debe ser otra que la de servir en proactividad, transparencia, eficiencia y probidad. Por suerte, nuestra democracia nos da la oportunidad siempre de poner a España en el camino correcto.

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