La marcha atrás

Adiós a la Yenca del gobierno sanchista, fin de los pasitos para delante de los Decretos- Ley (45 durante los dos Estados de alarma ), leyes por cierto con escasa o nula relación a las necesidades surgidas por la pandemia; normas impuestas, sin consenso y que algunas, el propio Tribunal Supremo, aunque tarde, ya ha desmontado, por ejemplo, la inclusión del otrora vicepresidente Iglesias que anda ahora emulando ‘el baile de los malditos’ –muy lejos de parecerse a Marlon Brando– en el Centro Nacional de Inteligencia. 

El Señor vacunator, como se le da en llamar, tiene a la ya paupérrima nación española, en estado de resistencia numantina. Pero no va a poder con ella y así se ha evidenciado en Madrid. La palabra Libertad, que hace alusión a la necesidad de que no se les pongan obstáculos a los ciudadanos para poder llevar una vida digna, para trabajar, para elegir colegio, sanidad, para cuidar a los dependientes etc., y que los sanchistas se obstinan en decir que es libertinaje, ha hecho su efecto. Estos prebostes, que han sobredimensionado el Estado, con un gasto insoportable de 23 ministerios, no pueden o no saben administrar, más que por la vía del incremento a la fiscalidad. Las subidas previstas han despertado al estupefacto pueblo español. Si es que vamos a pagar hasta por el sobrepeso y su influencia negativa en la sanidad.

Lo que hemos visto en Madrid, se podrá hacer en el resto de España, a poco que consideremos el auténtico significado de ese vocablo triunfante, ‘Libertad’, para trabajar, para educar a la prole, para convivir en paz. Así que marcha para atrás el Gobierno, en espera de un momento más favorable para poder seguir con su insaciable rapiña, tras el varapalo en Madrid. Presionado por Europa, avisado por el riesgo de una rebelión de hartazgo de masas que les lleve a las urnas y, por ende, a saltar de los sillones que tan deshonestamente están ocupando. Mantengo esa ilusión, pero mientras tanto, estoy utilizando todas las estrategias y herramientas de las que dispongo, para abstraerme, para no segregar sustancias en mi interior, que me llenen de la acidez que me produce tanta estulticia.

Cada vez que oigo a las ministras Montero, corro a desenchufar radio o TV, no vaya a ser que se me escapen algunas expresiones soeces de las que no me voy a sentir orgullosa. No hay que cambiar el vocabulario, hay que educar bien— la Ministra Celaá acaba de poner su impronta disparatada— porque ya están viéndose los resultados de esta inclusión lingüística, ridículo tras ridículo, ultrajes a la lengua cervantina para nada. Chiringuitos para atender a la ‘Igualdad’ que se llevan millones en sueldos y que finalmente, no queda nada para las auténticas necesidades. Golpes de subvenciones a asociaciones que no son ONG. 

La realidad es la que es, entendámosla de vez. Sánchez se retroalimenta con el sufrimiento que él mismo provoca. Insensible, descorazonado por ausencia de la principal víscera, que sustituye de ego. Seguro que sabe que es mejor muchos cotizando con poca fiscalidad, que pocos con mucha fiscalidad. Pero su estrategia es tan keynesiana que lo quiere coger todo y repartirlo a su modo. Ayudas de consolación y pobreza, esclavitud de voto, vampirismo del esfuerzo ajeno.

Pero mantengamos la esperanza. El vocablo Libertad seguirá calando en los españoles. Aprovecharemos cualquier posibilidad democrática, que desprovista de tanta ideologización, con más pragmatismo y por puro empirismo, sabremos dejar, por fin… la marcha atrás.

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