La secuencia clave

¿Conocéis de donde proviene la secuencia de números 4, 8, 15, 16, 23 y 42? Supongo que algunos si y otros no tendrán ni idea de que se trata. Sin embargo, podría decirse que son los más famosos de la historia de la televisión y, para los despistadillos, aclarar que pertenecen a la serie Lost.

Este programa televisivo está considerado uno de los mejores de nuestro tiempo y además marcó un antes y un después en lo que conocemos hoy día. Señalado por la audiencia hasta la saciedad por los estragos que causó su polémico final, persiste como favorita en muchos de los corazones que sí lo entendieron. Su primer capítulo comienza de forma frenética; un accidente de avión en medio de una playa con muchas personas en shock sin saber qué hacer. Las hélices del motor siguen en marcha y se respira la locura a cada minuto que avanza. Por suerte, aparece Jack, que aun herido de gravedad no duda en correr de un lado para otro tratando de salvar a los que puede y poniendo un poco de orden en todo ese caos destructivo.

A partir de ahí te van mostrando por un lado, (mediante flashbacks), lo perdidos que están nuestros protagonistas en sus vidas y por el otro, los misterios que aguardan en esa isla aparentemente perdida del mundo. Un humo negro que mata, alucinaciones, osos polares, números malditos, secuencias radiofónicas repetidas durante dieciséis años, la corporación Dharma, entre muchos otros que al final de la serie se quedan sin aclaración alguna. Y esa es precisamente la queja; los cabos sueltos sin resolver. No obstante, todo ello puede haber cegado el mensaje fundamental desvelado por Desmond a Jack: «None of this matter, brother»(nada de eso importa, hermano), obteniendo como resultado que el testarudo médico no le escuche; al igual que la mayoría de nosotros que seguro prestamos más atención en buscarle explicación a lo inexplicable que a la pequeña revelación que nos estaban haciendo.

Recuerdo el esperadísimo final que se pudo visualizar a nivel mundial y además a horas intempestivas (al menos en España). Una vez visto, una avalancha de quejas simultáneas comenzaron a surgir de muchos frentes con un spoiler masivo: «están todos muertos». Lo que me llevó a preguntarme: «¿De qué están hablando?».  No lograba comprenderlo, la gente hablaba como si fuera el último capítulo de Los Serrano a algo que no tenía correlación alguna. Unas personas me confesaron que a raíz de eso perdieron el interés en verla. Otras muchas preguntaban hasta la saciedad para rebatir su teoría: “¿Qué pasa con esto, o con lo otro?”, a lo que yo siempre contestaba: «None of this matter, bro».

Y es que, en resumidas cuentas, nuestra curiosidad nos lleva a perder el objetivo real de lo que venimos a realizar aquí. Lo material se desvanece con el tiempo de forma inexorable, la búsqueda de lo arcano que anhelamos se acabará perdiendo sin explicación y todo ello es debido a que nuestros propósitos se convierten en esclavitud la inmensa mayoría de las veces. Pero, ¿qué pasaría si lo convirtiéramos en algo menos imperativo y aprendiéramos el verdadero significado de vivir? Desde mi punto de vista, la vida ya es un desafío, es un misterio, es la joya de la corona de cualquier aspecto que os podáis encontrar en el camino, y sin embargo, es lo que más obviamos. Nos caemos, nos decepcionamos, aprendemos, gestionamos, y cuando realmente sabemos de qué va el «meollo», morimos. Y al hacerlo, ¿qué es lo único que te llevas contigo?; los momentos vividos con las personas que has querido. No hay más, que seas creyente o no, en realidad no marca ninguna diferencia.

No estoy diciendo que la evolución no sea importante, ni tampoco se me ocurre insinuar que debas carecer de metas y sueños. Mi intención es simplemente la de evitar que os convirtáis en esclavos de algo sin sentido. Nuestra curiosidad es poderosa, tenemos una razón que explotamos al límite. Sin embargo, lo que no debemos olvidar es que lo abstracto también forma parte de nosotros. Nacemos sin elección (aparente), no obstante, lo que sí poseemos es el libre albedrío; marcado siempre por factores externos, cierto, pero nos pertenece y trabajar en ello debería ser nuestra prioridad.

¿Me gustaría conocer los misterios escondidos del universo? Por supuesto, pero me interesa mucho más saber las historias de los que me rodean; cómo decidieron vivir sus vidas, el porqué de sus decisiones, los aprendizajes adquiridos, el secreto que esconde una sonrisa, el influjo de un abrazo, la magia de un beso… Y la simple razón que se haya tras todo ello es que; al llegar al ocaso de mi vida, no me importará ser conocedora de lo que le ha pasado a una esfinge desaparecida en una isla en medio del Atlántico, ni tampoco la procedencia de unos números malditos. Lo que de verdad hará que me marche feliz será todos esos momentos vividos con las personas que me regalaron, de forma desinteresada, la libertad y la valentía suficiente para aprender a vivir.

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