En España no hay nadie al volante

Sé que están acostumbrados, en los artículos de opinión, a textos ligeros, de esos que se van deslizando, sin mayor dificultad, para que la lectura sea algo placentera, a la par que entretenida. Pero hoy les pido que hagan un especial esfuerzo para “tragarse” los primeros párrafos de este artículo, que son más densos de lo habitual en mis opiniones. Les aseguro que la conclusión, probablemente, aunque no sea muy edificante, será, al menos, clarificadora.

El Índice de precios industriales (IPRI) es un indicador que mide la evolución mensual de los precios de los productos industriales fabricados y vendidos en el mercado interior, en el primer paso de su comercialización. Es decir, los precios de venta a salida de fábrica, excluyendo los costes de transporte y comercialización, así como el IVA facturado. El IPRI es uno de los principales indicadores para el seguimiento de la coyuntura económica, al tener, como principal objetivo, hacer una cuantificación de cómo incrementa o disminuye lo que cuesta fabricar a las industrias.

Siendo así, es fácil darse cuenta de que este índice es el precursor de lo que, posteriormente, a dos o tres meses vista, será otro de los grandes indicadores de seguimiento económico, el IPC (Índice de precios al consumo). El IPC es el indicador efectivo de la inflación. El IPRI es, por tanto, el indicador que antecede al IPC en la cadena de mercado, ya que la producción es anterior al consumo. Bien es cierto que la evolución de cada indicador no es pareja, pero sí que, proporcionalmente, las variaciones se ven reflejadas en ambos. Todo esto, que puede parecer muy denso, puede resumirse en que existe una medición económica que representa los precios de producción y que esa medición se ve comprobada, un tiempo después, en lo que pagamos por los productos cuando están en los estantes de los supermercados.

Pues bien, según el Instituto Nacional de Estadística, la variación interanual del IPRI es del 40,69%. Traducción, los precios industriales en febrero de 2022 presentaban una tasa de variación del 0,6%. A cierre de febrero de 2022, presentan una tasa de variación del 40,69%. No hace falta ser muy avispado para saber que eso no tiene buena pinta. Y tampoco hace falta ser muy espabilado para saber que, si el IPRI “adelanta”, de alguna manera, al IPC; el dato actual que a todos nos escandaliza, que ronda el 10%, puede ser una broma, al lado de la evolución que pueden sufrir los precios al consumo a partir de este momento. Y ya no es una cuestión de alarmismo, porque también es sabido que ese 10% de IPC está muy lejos de ser un dato “realista”, ya que, sin el cambio en la metodología de medición del IPC del año 2002, estaríamos hablando de un porcentaje que estaría ya superando el 17%. Ese dato se aproxima más al sufrimiento de nuestras carteras.

Es una cuestión de verlas venir, que es lo que deberían de hacer los que están al mando. Y de reaccionar cuando las ves venir, para minimizar los impactos. Mientras tanto, tenemos que escuchar a la que estaba llamada a ser la “cabeza seria y pensante” del desgobierno socialista, Nadia Calviño; diciendo que asume que la inflación seguirá subiendo y que espera que llegue “cuanto antes” a su nivel máximo… ¡Ah! Y que es culpa de Putin, al menos en un 73%…es alucinante cómo nos toman el pelo, al menos en un 99%, siendo el 1% restante, error de cálculo… Además, nadie nos cuenta, en los medios de comunicación subvencionados, que los “estacazos” al contribuyente, en este sentido, son permanentes. Como, por ejemplo, que, como resultado de la no revisión de los tramos y tarifas del IRPF, con arreglo a la inflación; Hacienda se embolsará unos 370 euros “extra” en el IRPF de un contribuyente medio, con motivo de la inflación registrada en la segunda mitad del ejercicio 2021. Y los precios, lejos de detener su subida, en el primer trimestre de 2022 han ido (y seguirán yendo) a más, a más y a más. ¿Alguna medida por parte del Gobierno? No. ¿Alguna reforma? No.

Bajo mi humilde opinión de padre de familia, que trabaja para tener un techo y un plato de comida cada día, considero que lo peor está por venir. Ni siquiera es una cuestión de opinión. Son matemáticas. Matemáticas y que en España no hay nadie al volante.

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