Somos diferentes, somos de Canarias

Hace unos días, un famoso ‘tiktoker’ de las redes hizo viral un video de lo acontecido en una cafetería situada en Canarias. El nombre del establecimiento, para ser exactos, el Bar Piscolabis Fredy ubicado en Las Palmas de Gran Canaria. El joven esperaba para ser atendido por un fisio y mientras este llegaba, decidió tomar un cortado.

Al intentar pagar con tarjeta, el joven se percató de que el citado local carecía de datafono, por lo que le dijo a la persona que le atendió que si sería un inconveniente pagarle dicho café con un billete de 50 euros. El trabajador respondió que no pasaba nada, que le invitarían a la consumición. ‘Besugoboos’, que es así como se hace llamar dicho ‘tiktoker’, compartió un video en el que agradeció encarecidamente la invitación del local a la vez que aseveraba, que jamás en la vida le había ocurrido algo parecido y que eso sólo ocurría en Canarias.

Quizá sea cierto que hay acciones que tan solo acontecen en nuestra tierra, debido a nuestro carácter simpático, nuestra atención y el agradecimiento con quien nos visita. Son particularidades que llevamos innatas los canarios. No sé hasta qué punto, el camarero conocía al ‘tiktoker’, sin embargo, bajo mi punto de vista, creo que lo hizo sin tener el conocimiento de quien se trataba. Simplemente, le nació de manera innata. Como bien digo, así somos los canarios.

A lo largo de mi infancia y juventud, veía con gran naturalidad como la cocina de mi abuela, en el centro del barrio aridanense de La Laguna, famoso por haber sido arrasado parcialmente por el volcán palmero Tajogaite, se convertía en la cocina de todo aquel que lo necesitaba. Para mí, no era extraño llegar del colegio y ver a alguien al que no había visto en mi vida sentado a la mesa comiendo como si de un miembro más de mi familia se tratara. Yo crecí en la solidaridad, en la tolerancia, en el cariño por el prójimo. Por ese motivo, estoy convencido de que estas acciones no solo ocurrirían en mi casa, sino que es el proceder general de los palmeros… y de los canarios en general.

En una ocasión, una pareja de extranjeros que pasaba junto a la casa de D. Lucio -que en paz descanse-, un vecino maravilloso, mientras que los mayores del barrio hablaban posados en una piedra lisa y grande que mi padre había habilitado a modo de banco. Esta pareja, de origen alemán, se paró frente a la casa mirando hacia el parral que D. Lucio tenía delante de la casa para disfrutar de unas uvas dulces cuando llegase la época de la vendimia.

Esta costumbre era la típica que se tenía en nuestra tierra para dar sombra. Ese parral siempre daba buenas uvas, pero ese año fue espectacular; unas uvas grandes y dulces que solo de verlas, desconsolaban. La pareja de extranjeros, cámara en mano, mediante gestos solicitó permiso para poder fotografiarlas, a lo que D. Lucio, con la simpatía que le caracterizaba, asintió. Eso sí, advertía tirando de sentido del humor que, si le fotografiaban, no respondería por la cámara.

Fue, en ese momento, cuando D. Lucio se levantó, entro en su casa y trajo una mistela, licor de naranja muy típico en La Palma hecho con un almíbar en aguardiente y en él se macera cáscaras de naranja. Junto a la bebida, quiso acompañar una bandeja con mantecados caseros y una bolsa en la que introdujo unos cuantos racimos de uvas de aquellas maravillosas parras. No creo que aquella pareja de turistas olvidase nunca el detalle de D. Lucio.

Este habitante ilustre a pesar de nunca estudiar turismo supo agradar con su amabilidad a todo aquel que venía de fuera. Así somos los canarios, personas que raramente cerramos puertas. Para los nuestros, para la gente que conocemos y queremos siempre generosos, pero además lo somos para aquellos que nos visitan, ya sean de nuestras islas, de España o, simplemente, turistas venidos de otros países para desconectar de sus rutinas.

Pocos años después de fallecer mi padre, allá por 1997, mi madre, mi pareja Demel, hoy mi mujer, mi hermana Yuni, Naira, su amiga Delia, una amiga de mi madre y su sobrino Asemidán, cargamos el Land Rover 109 de 6 dilindros de 9 plazas, abierto atrás y cubierto con una lona o encerado. Ese vehículo fue el que nos llevó a todos, las tiendas de campaña y otros enseres a la isla colombina de La Gomera. En ese lugar, recorrimos cada rincón para acampar en el Cedro. También para bañarnos bajo los fríos chorros de Epina, además de para visitar cada pueblo de los alrededores. Eso sin olvidar las generosas invitaciones que recibíamos por parte de vecinos para comer un potaje de berros o que nos dieran incluso una cesta repleta de dulces típicos de la zona.

No es por el clima, aunque pueda influir, tampoco por sus maravillosos paisajes que cautivan, sino por nuestra gente, por su hospitalidad a la hora de recibir al huésped y también por la amabilidad que nos caracteriza a los canarios por lo que muchos foráneos, vuelven encantados a Canarias. Como he dicho con anterioridad, así somos los canarios. Me siento orgulloso de vivir aquí… en este maravilloso archipiélago.

¡Informado al minuto!

¡Síguenos en nuestro canal de Telegram para estar al tanto de todos nuestros contenidos!

https://t.me/MinutoCrucial

Be the first to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*