En cuesta electoral

“Llego el momento, caen las murallas, va a comenzar la única justa de las batallas. No duele el golpe, no existe el miedo, quítate el polvo, ponte de pie y vuelve al ruedo. Y la presión que sientes espera en ti, tu gente…”. Así comienza la canción Waka Waka de Shakira. Y sí, ha llegado el momento decisivo, la batalla justa, por democrática, en las urnas, aunque en este caso sí que hay mucho miedo. El domingo este país se enfrenta a la batalla de prueba de unas generales que se vislumbran a finales de año, a un paso del final del verano, que siempre transcurre tan pronto, tan acelerado para aquellos que cogen vacaciones y pueden disfrutarlas.

Y resulta curioso que estas elecciones se entiendan como termómetro de la situación nacional; unas elecciones municipales dónde los resultados, generalmente, difieren considerablemente de otras elecciones, bien autonómicas, o bien nacionales. Pero la incertidumbre y las ganas de adelantar acontecimientos en el ser humano priman sobre la lógica en muchas ocasiones.

Hemos vivido unas campañas electorales estas dos semanas en todo el país en las que no recuerdo en mis años haber escuchado tal cantidad de promesas, ni al PP ser tan ecologista y hasta feminista, ni a algunos de PODEMOS y sus confluencias de confluencias de confluencias hablar de apoyar a autónomos y emprendedores para atraer un voto que podría resultarles complicado de alcanzar, excepto en el mundo del taxi, al que se metieron en el bolsillo a costa de señalar a las empresas de VTC que, por cierto, tienen contratadas a miles y miles de personas en este país. Más les valiera mirar por las condiciones de trabajo de estas personas antes que por la evolución de servicios que casi todos los sectores han sufrido… por ejemplo la prensa escrita. Imagínense que las empresas de prensa escrita hubiesen pedido prohibir publicar noticias en Internet. Quizás la solución pueda ser una reconversión del sector, como se está viendo en muchas ciudades en las que los taxistas utilizan las dos opciones, la de su propio taxi, y las aplicaciones de VTC para conseguir clientes.

El caso es que la cosa está muy caldeada. Y es lo que, por lógica, sucede en situaciones como la que vive nuestro país en el que los extremos ideológicos han creado un enfrentamiento, una vez más, que no nos lleva a ninguna parte positiva para la sociedad y para los intereses de la ciudadanía.

Sí, sé que llevo un rato escribiendo y que la mayoría de los que leéis esto estaréis pidiendo a gritos que hable de votos comprados, de corrupción, de saquitos con polvos y no precisamente mágicos, de pucherazos y de escarnios públicos a políticos que llevan a cabo prácticas presuntamente delictivas. Pues a ello voy, pero lo intentaré hacer con el mayor grado de sensatez posible.

¿Han oído ustedes hablar de la frase “pagar justos por pecadores”? Pues por ahí van los tiros de todo esto que estamos viviendo. Salvando las posibles enormes diferencias en pensamiento político que me puedan separar de uno u otro partido, les diré que todos, absolutamente todos, tienen un enorme problema, el de poner las manos en el fuego por los suyos a costa de cualquier riesgo. Yo he conocido por dentro a la mayoría de partidos de este país, a excepción de los nacionalistas de la parte norte, y les diré que sus sistemas internos no garantizan, en absoluto, la idoneidad de sus candidatos, menos aún en la celebración de primarias, que tantas y tantas veces están viciadas por la incursión en ellas de las direcciones regionales y nacionales, así como por las promesas que los que se postulan hacen al ciento y la madre con tal de que los voten. Es decir, que aquellos que son capaces de vender la piel del oso antes de cazarlo. Porque prometer es un gesto gratuito, sí, pero en los partidos políticos esto significa crear una arquitectura interior de voto basado en acciones que nada tienen que ver con la valía de los candidatos y sí más con la astucia y la falta de escrúpulos de muchos. Aquellos que se quieren postular se convierten vacas que tienen que amamantar a sus teneros, pero tienen que hacerlo continuamente, para obtener de ellos el apoyo que siempre les es necesario. El problema es que la leche con la que los alimenta no suele salir de sus ubres, precisamente.

Los apoyos internos en los partidos son los que sustentan a Sánchez, todos lo sabemos, pero también a Feijoo, a Abascal, o a Irene Montero. Ya sabemos todos cómo se las gastan los de Iglesias cuando, hasta en procesos democráticos, alguien le falta a esa fidelidad impuesta por el agradecimiento al cargo o responsabilidad dadas. Hoy mismo saltaba la liebre del caso del concejal de VOX que denunciaba a su propio partido que, según indicaba él mismo, le obligaba a obrar de forma ilícita e ilegal bajo la presión de que, de no hacerlo, estaría fuera de las listas, prescindirían de él. Nada nuevo bajo el sol.

La pregunta que me llega es, si este sistema interno en los partidos no garantiza a los mejores sino a los más fieles, fidelidad cobrada a cualquier precio y ascenso obtenido a costa de pisar a quién se pusiera por delante, peloteos a quién sea incluidos, ¿Qué podemos esperar de muchos de ellos cuando llegan a las instituciones? ¿Creen que es una barbaridad que lleguen a pagar por votos para garantizarse cuatro años más de puesto y de cobrar un buen dinero manteniendo su posición de poder dentro y fuera del partido? A mí es que no me ha extrañado nada. ¿Sabemos de todos los casos que hayan podido ocurrir de este tipo de todos los partidos políticos que lo hayan podido hacer? Lo dudo y mucho. ¿Son responsables todos los militantes y votantes de esa opción, o de cualquier opción política, de lo que hacen este tipo de personas? No. ¿Lo es el partido al que representan? Dudo que ningún partido pueda tener una cámara de vigilancia que acompañe a sus candidatos o cargos las 24 horas del día. Eso sí, una vez que estos casos suceden y salen a la luz, sí es su responsabilidad apartar inmediatamente a esas personas de su vinculación con el partido.

En este país hemos vivido demasiados casos de corrupción en los últimos años, provenientes de uno y de otro partido y muchos se sorprenderían de que alguno de los que menos cargos públicos tienen, proporcionalmente, superan de largo en corrupción y hasta en cantidades a los más conocidos. ¿Sabemos todo lo que ocurre en nuestras instituciones públicas? Les puedo asegurar y garantizar que de saberse todo, absolutamente todo, muchos se llevarían las manos a la cabeza, que uno vale más por lo que calla que por lo que cuenta.

Cerrando un poco este capítulo de hoy, sí les diré que, en base a lo expuesto, sí podrán entender mejor las jugadas de muchos cargos públicos de partidos como UPyD o Ciudadanos, que terminaron vendiendo su fidelidad al mejor postor una vez que vieron que la vía del partido que los encumbró a sus puestos podía no garantizarles la continuidad en la vida política en la que viven tan cómodos. Y no es la primera vez en la Historia democrática de este país que esto ocurre, os lo aseguro. Por lo tanto, no pequemos de tener una visión irrealista de los hechos, al menos no antes de tener pruebas para acusar a propios y extraños, sigamos denunciando y condenando cualquier acción ilícita en nuestro sistema y pidamos que el Gobierno se afane en controlar y fiscalizar a la clase política al menos lo mismo que lo hace con las empresas y con los ciudadanos a través de Hacienda.

Para concluir, suele ser habitual en mí hacer una predicción sobre los resultados en las elecciones. En las municipales es mucho más complicado, y en las autonómicas, todos estamos observando que la decisión final en la mayoría de ellas va a depender de uno, dos o tres escaños que se decanten de uno u otro lado. Sin embargo, parece una obviedad que el PP va a aumentar considerablemente su representación institucional. Sí, es más que probable. Aunque la confianza no es buena consejera y, aún así, creo que el PSOE no va a caer tanto como piensan algunos y los de PODEMOS y sus distintas alianzas podrían dar la sorpresa en algunos municipios, incluso dando el sorpasso al PSOE. VOX, por su parte, experimentará, en general, una considerable caída basada en la bajada de su credibilidad, sus problemas internos y su incapacidad para gestionar en algunas instituciones en las que tiene poder de decisión. Por su, parte Ciudadanos demostrará que no está tan muerta como algunos creen, aunque llegue a perder un número considerable de votos. Finalmente, los nacionalistas se van a repartir el poder en País Vasco y Cataluña, sin duda, mientras que Ayuso va a rozar la mayoría absoluta sin conseguirla y Ada Colau podría perder la mayoría a favor del PSOE o, en todo caso, quedar en empate técnico. Si Arrimadas, en vez de irse para Madrid, se hubiese postulado en la capital catalana, las cosas le irían muy distintas al partido naranja y a la ciudad condal, que no es capaz de apostar por el Partido Popular, que da por perdida esa plaza, ni por un VOX de la discordia en una tierra que no entiende del CID porque ni siquiera le han hablado de él en las aulas.

Otra cosa serán las generales. Sobre estas sólo sabremos quién hace el primer saque con el balón y quién elegirá el campo de juego. El resto del partido, aún está por jugar. Y cuidado, que a veces equipos que se ven menos fuertes consiguen reventar a sus oponentes a base de estrategia… o de confianza de los otros.

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