¡Veinte mil euros!

Querido amigo. He sabido que una vicepresidenta del gobierno se ha propuesto comprar la afección de los jóvenes dando veinte mil euros a cada uno de ellos. Yo considero esto una grave inmoralidad. Trataré de decirte por qué en unas cuantas líneas desmañadas. Se aprenden muchas cosas observando el dinero: si se regala, se gana, se roba, se obtiene por medio de añagazas y trampas, si se da a cambio de la voluntad de los electores, etc.

Si el dinero no se obtiene por consentimiento libre entre las partes, sino por coerción, si los improductivos mandan sobre los productores de mil maneras, imponiéndoles “fines bellos, sublimes y espirituales” –también “culturales”-, si no se trafica con mercancías, sino con favores, si el soborno está a la orden del día, si la ley castiga a quien gana el dinero con su esfuerzo honrado arrebatándoselo y premiando con él al haragán, entonces la sociedad ha caído tan bajo que difícilmente podrá ya levantarse. Esto de los veinte mil euros regalados es una muestra de todo ello. Mucho de esto es lo que hará la vicepresidenta si lleva su plan adelante. Examina tú si no es así.

Se pregunta Dostoyevski en Los demonios: “¿Por qué, como he tenido ocasión de notar, por qué todos estos socialistas y comunistas tan desesperados son al mismo tiempo avaros increíbles, acaparadores, capitalistas y cuanto más socialista es uno de ellos, cuanto más avanzadas son sus ideas, tanto más apegado es a la propiedad privada? ¿Por qué será eso? ¿Por sentimentalismo?” ¿Será por sentimentalismo? Pero ellos suelen decir que desprecian el dinero y la propiedad. Suelen mostrarse superiores, espirituales, pese a que ni la propiedad ni el dinero son bienes materiales, lo cual, desde luego, no obliga al hombre superior a rebajarse para examinarlo.

Pero entonces, ¿por qué pretende regalar esa cantidad nuestra vicepresidenta del gobierno? ¿Por sentimentalismo, repito? ¿Para estimular la laboriosidad de los jóvenes acaso? ¿No será más bien su pereza lo que estimule? ¿No tenderá a prender en ellos la idea de que servirse de una fuente así de corrupta para obtenerlo, pues se hace trabajar a otros para recibirlo ellos, es en realidad rebajarse y exponerse al desprecio de otros y de sí mismo?

Si el “vil metal” y la propiedad son fuente de supervivencia obtenida con esfuerzo y lealtad a otros, despreciarlo es despreciar lo que te sostiene. Es innoble mostrarse superior y espiritual en estas circunstancias. Si la fuente es corrupta, porque te has servido de ella con fraude o inclinándote ante la estupidez y el vicio, a ti mismo te desprecias con razón. El dinero quema entonces tus dedos porque es memoria contante y sonante de tu vergüenza. Aborrécete con toda tu alma y aborrécelo a él, que así lo has obtenido. Ese dinero eres tú y por mucho que hayas obtenido no acrecentará un ápice el respeto que debería darte tu persona. Pero no será por culpa suya, pues él es ese efecto y no causa de tu desvarío. No te confundas.

Sabes, amigo, que pienso que cuando el botín del ladrón atrae a otros ladrones que quieren arrebatárselo a él como él lo arrebató a otro, cuando el que más riqueza tiene no es el más hábil en la producción y el comercio ejercidos con limpieza y libertad, sino el que más artimañas o fuerza bruta es capaz de desplegar, cuando hasta el que hace la ley la hace mal con tal de adquirir riqueza o, si la hace bien, la burla con el mismo fin, es que la sociedad ha llegado a su ruina moral y quizá esté viviendo bajo la tiranía. Los jóvenes darían un magno ejemplo de dignidad rechazando esos veinte mil euros si se les llegan a ofrecer. Hasta otro momento.

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