La vuelta al cole

Comienza el curso, escolar, porque el político ni se sabe por dónde anda. Una va envejeciendo cuando recuerda ese primer día de clase en el que el profesor pedía, para calentar motores, una redacción de lo que se había hecho durante las vacaciones.

Este año ha tocado turismo nacional por Pirineos, con alguna escapada al otro lado de la frontera. Si volviese a aquellos años de Primaria y me preguntaran qué es lo que he hecho o visto, además de las clásicas excursiones a Ordesa o Lourdes, habría que decir, como visita importante, que se recorrieron todas y cada una de las gasolineras de la región. Llenar el depósito cada vez es más caro, es más, hace no tanto, al precio actual del litro de gasolina, el Gobierno daba ayudas. Pero claro, las elecciones ya han pasado y lo votos no son tan urgentes. Vamos, lo de siempre.

Y es que lo de hacer turismo por la patria ya no es tan barato como creíamos que era antes. La inflación, esa palabra tan de moda, hace que visitar a los amigos del pueblo resulte casi tan caro como pasear a orillas del Sena o sentirte un gladiador en el Coliseo. Cualquier economista sabría dar una explicación sobre dicho término y su causas y consecuencias; para el resto de mortales, los que sus estudios de Economía no van más allá de las facturas, cada vez más altas, sobre las que han de dar cuenta, la inflación es tener que pagar más por culpa de la guerra de Ucrania.

Llámese Ucrania, Rubiales… Pedro Sánchez siempre tiene una excusa para los problemas del país. Y lo mejor de todo es que funciona, es más, alguien de ese desconocido Partido Socialista, no solo consigue desviar la atención de los problemas que acucian a España, no, es capaz de revertir la situación y hacer creer a los españoles que es culpa suya por haber ido a Pirineos en coche y contaminar, que es culpa suya considerar que el circo de Rubiales debería de haber dejado de funcionar hace tiempo, -lo sabe cualquier que esté un poco informado sobre el fútbol– y no por un pico mal dado, que es culpa suya pensar que Iglesias debería dimitir cuando quiso azotar a Mariló y, sin embargo, critica a los universitarios por un chat de WhatsApp…

Quizás ahora que comienza el curso, todos los votantes deberían mirarse al ombligo y pensar qué se hizo mal el pasado julio. Un señor, Pedro Sánchez, para más señas, fue el presidente del país que peor gestionó la pandemia. Mandó a sus secuaces a reunirse al más puro estilo Bond con “políticos” de regímenes comunistas. Sus súbditos hacen negocios en burdeles. Hackers marroquíes le robaron vaya usted a saber qué información del teléfono móvil. Sus propios socios de gobierno han hecho manifestaciones en su contra. No solo blanquea el terrorismo de ETA, sino que pacta con sus herederos. Ha sacado de las cárceles a violadores. Ha convertido el verbo mentir en sinónimo de hablar. Son tantas las cosas que ha hecho mal, que lo sorprendente es que aún le votaran más de siete millones de personas.

Algo va mal en esta sociedad cuando el susodicho se propone gobernar otra legislatura. Eso sí, cada día de ese mandato, quien votó un gobierno socialista, que se acuerde de que le mintieron, porque cuatro años dan para mucho. Para mucho y malo. Cuando las arcas estén más vacías aún, cuando el país se convierta en un hervidero de reinos de Taifas, cuando te levantes todos los días para mantener a una generación de vagos y maleantes que tiene más derechos y libertades que tú… cuando pasen todas esas cosas y más, tú, votante convencido de la igualdad, el progreso y los derechos sociales, te darás cuenta de que no eres igual que otros, eres menos. De que no has progresado, sino que has ido marcha atrás. De que tus derechos los disfrutan otros, lo tuyo son las obligaciones. Te darás cuenta de que todas esas cosas se podrían haber evitado si no hubieses votado al Partido Socialista Obrero Español. Que no te engañen, no es progresismo, es comunismo.

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