El límite del juego

Mi abuelo paterno, Fèlix, siempre decía que en el juego jamás apostáramos dinero. Por ello, con él jugábamos al cinquillo, al póker y a otros tantos juegos de cartas sin utilizar un peculio real. Tácitamente lo cuestionaba con la idea de que «si ganas te llevas dinero fácil», pero esa instrucción recibida desde pequeña, de algún modo, forjó en mí un sistema protector. Alguna vez, conseguí ganar en la lotería diminutas cuantías. Además, en la actualidad, formo parte de un grupo en el que vamos jugando de manera conjunta a través de una aplicación. Y también tuve una experiencia en el casino donde ganamos algo y nos fuimos. No obstante, el riesgo a la adicción nunca hay que apartarlo. El límite del juego está en el juego.

La posibilidad de obtener dinero fácil existe, aunque lograrlo dependa mayoritariamente de un azar incontrolable. Sí que es cierto que hay personas expertas en la materia e incluso que en algunas de ellas es su modus vivendi, pero, en el común de los mortales, el riesgo a engancharse permanece vigente. Algunos factores que a mi parecer deben existir, para adentrarse en este terreno pantanoso, son la fuerza interior y la humildad. La inevitable manipulación y dominio que buscan aplicar las organizaciones dedicadas a la captación de clientes, preparadas para producir en ti una adicción con el objetivo de obtener tu dinero, requiere en el jugador una gran pericia para mantenerse a flote.

La persona que empieza a jugar a juegos de azar suele mantener esa sensación de autocontrol. Cuántas veces habremos escuchado la mítica frase de «yo controlo». Puede ser que al principio sea verdad, pero cuando el juego, al igual que sucede con otros tipos de adicciones, comienza a dominar tu vida, es en ese momento cuando hay que echar el freno. Y por supuesto, en caso de cruzar la línea de no retorno, considerar acudir a profesionales.

Cuando percibas que jugar consigue quitarte tiempo de dedicación a otras cosas que son relevantes en tu vida cotidiana, cuando empieces a gastar más dinero de lo previsto, cuando mientes a tus seres queridos con el fin de tapar la pérdida de una cuantía económica, cuando sientas gran euforia al ganar y un gran fracaso tras perder, cuando sientas que después de una gran pérdida llega a tu vida la gran ganancia… ¡Cuidado! Todo ello puede indicar que te enzarzaste en la esclavitud del juego patológico.

Hay diversos factores que pueden llevar a la adicción, aunque el componente principal resulte ser la falta de conexión con uno mismo. Este hecho es el que lleva a alguien a sentir un vacío, ya que al no sentirse conectado con el yo interior, siente separación consigo mismo y con su alrededor, lo cual conduce a la sensación de aislamiento. Cuando esto ocurre, anhelamos conectar de nuevo para paliar esa sensación de vacío, anhelamos sentir la plenitud, pero cuanto más la buscamos externamente peor nos sentimos. Por momentos, encontramos un oasis de calma, pero cuando cambia la escena, el mismo vacío vuelve a irrumpir en nuestra vida.

Toparse con esa sensación suele generar incomodidad, miedo y/o desesperanza. Por tanto, en vez de bucear en el vacío con la intencionalidad de descubrir qué es lo que se encuentra al otro lado, que es el mundo del sí mismo esperando ser descubierto, la mayoría prefiere no hacerlo mirando hacia otro sitio. Y de esta manera, el ser humano acaba aferrándose a lugares en los que no logra una auténtica satisfacción. Es como tener sed de agua y tratar de calmarla con cualquier cosa menos con agua. Hasta que no bebamos ese líquido tan necesario, realmente no sentiremos alivio ni satisfacción.

Si desconocemos lo que se esconde tras el vacío pero nos dedicamos a indagar en él, podemos conseguir hallar aquello que realmente sustenta y nutre nuestra vida como seres únicos. En cambio, el impulso de querer llenar ese vacío con algo externo al sí mismo -aunque se trate de una falacia habitual por parecer más alcanzablees lo que puede llevarnos a la adicción por el alivio de sentir conexión a algo. Lo que ocurre entonces, es que, con el paso del tiempo, ese algo acaba siendo un pozo sin fondo.

De todos modos, el desasosiego que podemos sentir al descubrir tal situación llega a protegernos, ya que gracias a ello regresamos forzosamente al interior de uno mismo. No queda otra. Por tanto, como ser humano, este aprendizaje en algún momento llegará a ti. El término adicción supone la sumisión a algo y jugando con el sufijo ‘dicción’ y considerando el prefiero ‘a’ como su negación, podríamos entenderlo como lo que no se dice. Es por ello que, si tienes alguna adicción, aunque no sea desorbitada, obsérvala con delicadeza y descubre cuál es su función en tu vida, ya qué te está ayudando a no decir, o sentir, lo que no quieres o no puedes reconocer.

Si sientes falta de algo, observa con cariño tu vida y trata de reconocer tus carencias. Si tu vida es óptima es que sientes auténtica satisfacción, por ende, lo tienes todo para no caer en la tentación del juego. La sociedad en la que vivimos sabe la importancia que se le da al dinero y a la euforia, por eso trata de generarnos necesidades para engancharnos a sus productos con cierto nivel de adicción, aunque sutilmente y sin que se note. Una persona que realmente se sienta plena y satisfecha, podrá curiosear en este tipo de actividades, pero no se dejará embaucar por ellas siempre y cuando sea consciente de sus procesos internos.

Es necesario recordar que el cerebro, para economizar recursos, automatiza procesos conformando hábitos. Es por este motivo que es tan fácil engancharse a algo satisfactorio cuando sentimos un vacío, ya que en el cerebro se activa un sistema de recompensa -mediante la secreción de dopamina- por ese algo satisfactorio… aunque nos lleve a la destrucción. Por tanto, si eres consumidor de apuestas, loterías u otro tipo de juegos de azar, hazlo con consciencia… y si eres consciente de que puede que estés pasando por situaciones en las que algo controla tu psique, pide ayuda profesional. Hay una vida esperándote más allá de ese atolladero.

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2 Comments

  1. Realmente muy interesante. Gracias Marta por ayudarnos a entender como funciona nuestra mente y sobre todo por recordarnos que disponemos de grandes profesionales que saben como ayudarnos en los momentos difíciles.

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