El absurdo mundo del fútbol infantil: tras bastidores

¡Ahí nos adentramos, explorando el fascinante universo del fútbol infantil! ¡Qué maravilloso, qué hermoso, qué… peligroso! Sí, porque tras ese campo de juego aparentemente idílico se esconde una realidad que muchos conocemos como «El Frente de los Ultra-Padres». Y sí, amigos, el verdadero desafío del fútbol para niños lo representan unos pocos padres, ¡un problema serio! Lo afirmo con total convicción, tras años de experiencia en los campos de fútbol, donde he visto de todo, ¡absolutamente de todo! Afortunadamente, son una minoría, pero su actitud puede generar un ambiente poco saludable.

Imaginaos la escena: un campo de fútbol infantil, repleto de niños corriendo tras un balón como si fuera la última Coca-Cola en el desierto, mientras algunos padres, esos aficionados tan peculiares, se congregan en un costado, ¡equipados con todo un arsenal! Carritos de bebé, botellas de agua, todo tipo de parafernalia. Y cuando su hijo tiene el balón, corren paralelamente a él en el campo, gritando a todo pulmón: «¡Tú solo!» como si estuvieran compitiendo en el maratón olímpico, ¡a pesar de tratarse de niños de 7 años con las piernitas cortas, donde no sabemos si llegarían muy lejos solos en un equipo de 11 jugadores donde el entrenador les indica que pasen el balón!

Pero eso no es todo, ¡ni mucho menos! Porque algunos padres se convierten en árbitros, entrenadores e incluso en los «uber» de sus hijos. Para ellos, sus pequeños son siempre los futuros Cristiano Ronaldo o Messi, ¡y no se conforman con que los niños se diviertan, no señor! ¡Deben ser las estrellas del fútbol! ¿Quién necesita un equipo cuando tienes a mamá y papá dispuestos a animarte y dirigirte desde la banda?

Y es que existen diferentes categorías de padres, ¿sabéis? Está el «taxista», ese padre al que no le interesa mucho el fútbol, se va al bar y al final del partido pregunta cómo han quedado; el padre «plasta» que no para de quejarse de que su hijo juega poco, culpando al entrenador por no sacarlo o a los compañeros por no pasarle el balón; y luego está el padre «entrenador motivado» que ha visto demasiados programas de fútbol y se cree el Guardiola del equipo. ¡Pero ojo! Las madres no se quedan atrás. ¡Para nada! Con la emoción de un fanático en un concierto de rock, saltan al campo para celebrar cada gol como si fuera la final del Mundial. ¡Incluso podrías ver a alguna pidiéndole un autógrafo a su propio hijo después de un buen regate! ¡Qué manera tan peculiar de fomentar la autoestima, ¿no creéis?!

Pero detrás de toda esta aparente emoción futbolística se oculta una realidad más cruda. Los madrugones los sábados a las 7 de la mañana para llegar al campo, el frío del invierno mientras te preguntas si tu hijo realmente quiere estar allí o solo te está haciendo un favor y los torneos que ocupan todos los puentes del año, convirtiendo lo que debería ser un descanso en otra jornada de tensión y competencia.

Ahora circulan por internet listas de consejos para padres en el fútbol, como por ejemplo: no criticar a los compañeros de tus hijos ni al entrenador, ofrecer apoyo en lugar de directrices a tu hijo, no presionar ni gritarles. Pero sinceramente, creo que si algunos padres tuvieran que cumplirlos, ¡no asistirían!

Para algunos padres, la estrella del equipo es su propio hijo y siempre encuentran al entrenador culpable si pierden, argumentando que no le dio suficiente tiempo en el campo o que los compañeros no le apoyaron lo suficiente. Algunos padres convierten este deporte en un absurdo campo de batalla donde la competencia y la presión superan con creces el simple placer de jugar llegando incluso a enfrentamientos físicos. Y es que, entre tanto afán por la victoria y la necesidad de sobresalir, se pierde de vista lo que realmente importa: que los niños se diviertan, aprendan y crezcan en un ambiente sano y seguro.

Es crucial recordar que en el fútbol, como en cualquier deporte, hay ganadores y perdedores. Por cada goleador, hay un portero al que le han marcado un gol. Es fantástico celebrar los triunfos, pero en ocasiones, cuando existe una gran diferencia de nivel y se pierde de manera abrumadora, es importante moderar la celebración y mantener el respeto hacia el otro equipo. Este gesto no solo evita desmotivar a los jugadores contrarios, sino que también promueve los valores fundamentales del deporte: la deportividad y el compañerismo. En fin, como dicen por ahí, si quieres ser un campeón en el fútbol, entrena fuerte y mientras tanto deja que tus hijos jueguen y se diviertan. Y cuando por fin te des cuenta de que tu padre tal vez tenía razón, ya tendrás en casa un hijo que cree que estás totalmente equivocado!

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6 Comments

  1. Diría qué los que tenemos experiencia en el tema estamos totalmente de acuerdo con tus palabras.

    • Gracias querida amiga, por desgracia seguimos sufriendo estas conductas de falta de deportividad en los campos deportivos. Al final van a conseguir que se disputen los encuentros a puerta cerrada cosa que no me parece tan mala idea. y lo peor: que fuera del campo también son así. Un abrazo.

  2. Por Amor a sus padres ell@s lo darían todo en la vida. Los sentimientos que sus padres les transmitan se grabarán a fuego en ell@s y forjarán su imagen personal. ¡Qué importante es hacer autocrítica y ver desde dónde les hablamos, les exigimos, les condicionamos! ¡Por Amor nos darán todo, aunque les cueste su propia salud física, emocional o mental! Ell@s ven por nuestros ojos, sienten como propias nuestras emociones y van forjando su autoestima y personalidad en relación a esa valoración que les viene de quienes somos su espejo: sus padres.
    ¡Gran responsabilidad y tarea la nuestra: elegir entre 90′ de descontrol emocional para liberar nuestras fustraciones personales a costa del Amor de nuestr@s hij@s ó dar prioridad al respeto que va favorecer el crecimiento personal de nuestr@s hij@s.
    ¡Somos libres! !Cada un@ que decida!
    Macc

    • Muchísimas gracias por tu aportación tan enriquecedora. Se nota que sabes de lo que hablas. Un abrazo

    • Fantástica reflexión querida amiga. Como bien dices es una gran responsabilidad ser modelos de respeto y humildad porque en cualquier tipo de relación cuando se falta al respeto se acaba el amor. Millones de gracias.

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