Las madres mías

Feliz año, amigos e hipotéticos lectores a los que guardo una preferente simpatía por aquello de abordar mis letras. Bueno, por eso y porque el hecho de sentir curiosidad por conocer opiniones, ya es para mí motivo de valoración de máxima puntuación si, tras leerme, continuáis haciéndolo.

De esta manera, comienzo mi primer artículo del año para Minuto Crucial, con agradecimientos y, cómo no, con mi felicitación a nuestro promotor al que lo hace posible y que, para mayor abundamiento, ha publicado una magnífica edición novelada que nos deja entrever a ese gran escritor y comunicador que lleva dentro. El abismo del placer es ya una publicación exitosa que comentaré cuando lleve su lectura más avanzada.

Vida nueva, proyectos nuevos, objetivos que nos gratifiquen, acciones que nos den respuesta a la pregunta del millón, las de: ¿Qué hago aquí? ¿Para qué estoy aquí? Una tentación es el horóscopo que, aún sabiendo que es una gilipollez allá vamos, cuando menos es divertido. En mi caso, me anuncian un embarazo. En fin, no seré yo quien destierre los milagros y, en cualquier caso, un nieto sería una alegría en casa.

Los chinos empiezan el año el 10 de febrero, el año del Dragón, le llaman. Como aquí no les ponemos nombres, quiero bautizarlo con uno de lo que veo venir, el año de “las madres mías”, una expresión de estupor, de sorpresa que, en este caso, mucho me temo que van a ser negativas. Los estudios predictivos, las prospecciones epidemiológicas basadas en sesudos razonamientos acordes a una ontología refinada y experimental que hablan de los riesgos de inminentes peligros a la convivencia y a la economía, este año se van a estrellar, toda vez que han copado las instituciones más decisivas, los departamentos más democráticos de nuestro país. Toda una pléyade de “cambiadores de opinión” diciéndonos todo lo contrario a la lógica de la razón pura, que diría Kant.

El desgaste de nuestras cervantinas letras a fuer de idiotizarlas con temas de género, antes masculino, femenino y neutro, ya ahora tenemos 34 géneros distintos que, más que un enriquecimiento de nuestra preciosa lengua, a mí solo me brota un ¡Madre mía! Una detrás de otra cada vez que oigo a los representantes del Gobierno de la nación, másteres en la escuela sofista, tan solo se me escapan “madres mías”. Pero, por no empezar el año negativamente y como sujeto directo de la expresión, me quedo con que nuestro carácter resiliente, resistente e inteligente será capaz de darle la vuelta a mis “madres mías”. ¡Ostras! No he nombrado ni una sola vez al innombrable. A ver si me lo puedo sacar de la cabeza y entre todos los que estamos por la trágala lo sacamos… de España.

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