Odiar a España

Hay dos cosas que me llaman especialmente la atención de este país: la primera son las típicas personas que critican el 12 de octubre a la par que reniegan de cualquier sentimiento patriótico o cercano a España. Por otro lado, me encuentro siempre la misma frase; ¿Por qué en Estados Unidos llevan orgullosos su bandera y aquí nos llaman fachas?

Gustavo Bueno decía que existen dos clasesdallas cowboys slippers mens full lace wigs air jordan 1 ford parts online nfl gear car parts online banchero orlando jersey human hair wigs tata italia adidas boost 43 saldi marella nike ispa 270 full lace wigs cheap yeezy shoes yeezy shoes for sale de imperios; los generadores y destructores. Un imperio destructor es aquel que no aporta nada a la cultura que avasalla y tiene también una historia de aprovechamiento, el ejemplo latente es Estados Unidos, una nación construida a través del esclavismo de los negros y el exterminio de los autóctonos.

En contraposición, nos encontramos a España, un imperio generador de riqueza, cultura, coexistencia, intercambio cultural e integración, ya decía la gran historiadora Elvira Roca que: “El imperio se distingue del colonialismo y otras formas de expansión territorial porque avanza replicándose a sí mismo e integrando territorios y poblaciones.” En este aspecto, el imperio español fue pionero, al igual que el Imperio Romano.

Hoy día sigue vigente la idea de leyenda negra de que España fue un Imperio atroz pese a tener las “Leyes de las indias” que protegían a los indígenas o mantener la riqueza étnica autóctona.

No voy a ser imperiofílico, pero tampoco seré ignorante y la pregunta que más me hago es; ¿Cómo es posible que seamos una nación ejemplar y muchos se auto-odien? La respuesta puede ser compleja porque nada es sencillo, pero hay factores que alientan esta hispanofobia.

Sentimiento de culpa

La izquierda facha sale al estrado y reniega de la bandera rojigualda, admira el neonazismo periférico y cree que la historia de España se ha fundamentado en criminalidad. Esto no es algo que venga de la nada, puesto que esta izquierda vive anclada en el franquismo y opina que esto es una continuación post franquista, por tanto, tienden a un sentimiento de “culpa” al no poder haber sido una continuación de la nefasta república. Este pensamiento no es monopolio de esta vertiente, hay izquierdas definidas que protegen la hispanidad y, por ende, la defienden.

Sí continuamos promoviendo este fantasma histórico en nuestras aulas junto a unos padres y abuelos nostálgicos y resentidos por un régimen que les “obligó” a amar a una España, iremos hacia una hecatombe social e ideológica.

Los enemigos reales de España

España no es algo intangible, no es algo “idealista”, no es objeto “de ser cambiada” por la voluntad popular de una generación ignorante y liberticida. España es una construcción material que se ha ido formado a través de los siglos y va más allá del “me siento o no español.”

Tras la nefasta transición, los padres “bobos” de la misma empezaron a no definir España, el art.2 de nuestra constitución es una aberración política y jurídica. No existen nacionalidades dentro de una nación, ni naciones dentro de un país, existe una nación que es España y alberga riqueza cultural y lingüística, pero Cataluña o Galicia, jamás serán nación más que nada porque materialmente, no existe una construcción histórica alrededor de ellas.

Estos “bobos”, infantilizados creyendo que la democracia española iba a conseguir algo más allá del conflicto y el debate estéril, dieron paso y rienda suelta a personajes pintorescos cómo Otegi, Rufián, Puigdemont, Feijóo y demás nacionalistas que pretenden desintegrar España en favor de sus pretensiones cavernícolas y reaccionarias.

La cuestión reside en que los partidos institucionales reniegan de que estos sean enemigos de España, cuando Bildu decía que iban “a destruir el Estado central” o cuando las bandas de racistas pusieron urnas para “decidir” y desde el gobierno, no se respondió de forma contundente. Ahí es dónde España perdió el rumbo.

No hablo de eliminar o ilegalizar ni mucho menos, hablo de cambiar el sistema electoral y educativo para que esta gente se quede en lo que son, nacionalistas con delirios de grandeza que pretenden excluir a quiénes hablan español y se sienten españoles.

Construir una auténtica España

Odiar es fácil, hablar desde la superioridad moral para justificar falseamientos históricos también. Lo que hay que entender que España no es un conjunto de instituciones políticas que puedan poner en peligro la fragilidad de la misma. España no es una política determinada, ni la sanidad pública, “ni su gente”.

España es algo que todos debemos de seguir manteniendo y potenciando. El “diálogo” o eufemismos parecidos son un síntoma de la enfermedad que está degenerando este país y no hablo de nacionalismo, sino de todo lo contrario, lucir lo que realmente ha sido España a lo largo de los siglos, la nación más inclusiva y más ilustrativa de toda la historia.

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