MC8: Cuando cocinar es un tormento

Para atrás igual que los cangrejos podría ser el resumen de este tercer programa. Los que creen que saben cocinar y se ilusionan cuando los llaman para el concurso, bastan 5 minutos para que su gozo termine en un pozo.

Primera prueba: pizza. Tenían que hacer una masa de determinado diámetro, como rueda de camión. Para ello, el equipo de MasterChef Celebrity invita al campeón mundial de pizza acrobática, un italiano fornido que lleva años lanzando pizzas al aire, darle a la masa giros a izquierda, derecha, alrededor de su cuerpo y por encima de su cabeza. Jesulín sudó más que delante de un toro de 600 kilos. Los participantes no podían usar el rodillo, para este primer examen, la masa se iba haciendo grande en cada giro acrobático…sólo tres consiguieron tal hazaña, más a golpe de saltos que de acrobacias.

La elaboración posterior para hacer comible la pizza fue un desastre generalizado. Casi todos presentaron un pan payés con cosas secas por encima, “manjar” que probó otro italiano, cocinero famoso en España. En Italia, a todos los hubiesen tirado a La Fontana de Trevi con el deseo de que no volviesen a cocinar. Una ensalada italiana acompañaba la pizza, ¿quién puede hacer mal una ensalada? Los de MasterChef. Total, la ganadora fue Laura, la colombiana pudo hacer algo comestible. De ahí se fueron a San Vicente de la Barquera a dar de comer a 80 cántabros. Nada podía empeorar o eso parecía…

Llovía en San Vicente y también les llovió la bronca del jurado, sobre todo, a uno de los dos equipos. Cierto es que, particularmente, pienso que los menús que se eligen con el chef estrella correspondiente de la zona son tan elaborados que, de no decirlo, no sabes lo que comes. Al rape y filete de sardina lo identificas como pescado simplemente, a la sopa/gazpacho de remolacha con loncha de lomo y cosas, como a un líquido muy vistoso de color y cosas diversas en diferentes texturas…textura, palabra mágica en esta nueva cocina que reinventa platos populares de la zona o recetas de la abuela de un pueblo de los Picos de Europa, que los mandaría a todos a cuidar “les cabres”, en lugar de cocinar. ¿Resultado? Un equipo claramente ganador por menos malo y a un Bustamante, invitado de honor. No se puede ir a San Vicente y que falte ‘Busta’ en la foto.

La prueba de expulsión, nos dejó sin Sandra, la princesa Disney, fue más o menos como lo anterior, aunque sobresalió Jorge Sanz con su milhojas y Jesulín con unas torrijas. El torero también despuntó por su cabreo con el influencer, coleguitas ambos. El chico le hizo un feo sin intención, pero Jesús va a ganar e intentar hacerlo bien y no sólo a salir en la tele. Y sincero sin miramientos hipócritas, el diestro suelta lo que siente. Me gusta este Jesús “desconocido”, aunque los y las románticas del grupo y los y las queda bien, empiezan a criticarlo.

También me quedo con Blanca, de sinceridad arrebatadora y que según dice, está resurgiendo a la vida después de 10 años dedicada a su casa e hijo. Me gusta la gente de verdad, aunque cocinen bien a ratos. Por cierto, detesto a Samantha, la miembro del jurado, cuando habla pone gesto de estreñida e intenta ser graciosa. No he visto a alguien con menos gracia que ella, salvo Belén Rodríguez.

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