Irene Montero Vs Ana Redondo

Preguntada en relación al caso Dani Alves y antes de conocerse la sentencia, la nueva ministra de Igualdad, Ana Redondo, respondía: “Es un tema que está ‘sub iudice’, el procedimiento sigue adelante y, por lo tanto, nuestro respeto al procedimiento. Cuando tengamos sentencia, valoraremos». Debe ser la primera vez en un año que oigo una declaración lúcida por parte de un miembro del Ejecutivo ¡Qué tiempos nos toca vivir en los que decir una obviedad es avivar las llamas de una polémica! En efecto, señora ministra, dejemos que sean los tribunales quienes concluyan quien es víctima y quien victimario.

Irene Montero – ¡Cómo no! – afeaba las declaraciones de su sucesora: “Pido al Gobierno que no dé pasos atrás en la lucha contra las violencias machistas. Decir, ante un caso de violencia sexual, que se valorará cuando haya sentencia es hacer depender la credibilidad de la víctima del resultado del proceso judicial” “En España, por ley, el Estado tiene obligación de garantizar los derechos de todas las víctimas de violencia machista, aunque no pongan denuncia o no haya sentencia contra su agresor. Todas las instituciones tienen obligaciones para asegurar vidas libres de violencias machistas”

A diferencia de esta luminaria, los hay que aun creemos que en un estado que se llame asimismo de derecho quien decide si un hecho tipificado como delito fue o no cometido es la judicatura, integrada en este país y por fortuna en gran parte por mujeres. Tanto es así que la magistrada que preside el caso Alves lo es. Si Irene prefiere los juicios de brea y plumas del medievo antes que aquello de que toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario ¿por qué no condena públicamente a Koldo, o incluso a Ábalos -o a medio gobierno- antes de un proceso judicial que pruebe la culpabilidad de alguno de estos?

Digo más ¿Por qué Irene no condena públicamente a su expareja, sin esperar a juicio, condena o absolución, dado que una mujer afirmó en las redes que Pablo Iglesias se comportó como un baboso con ella y le dijo que la esperaba en el baño refrescándose? Y lo digo porque, siendo ministra Irene, se aprobó la Resolución de 2 de diciembre de 2021, de la Secretaría de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, la cual regula las situaciones en las que cabe solicitar acreditación de las situaciones de violencia de género. Conforme a esta, la acreditación puede ser solicitada incluso por mujeres que aún están decidiendo si denuncian o no, o incluso aquellas que, tras un juicio, no consiguieron demostrar la existencia de violencia ¿Por qué Irene no pidió cárcel por aquel entonces para su compañero de partido, Miguel Ángel Bustamante, debido a la demanda interpuesta contra él por parte de su expareja por presunta violencia de género?

Irene ahora, no antes, hiperventila ante la idea de esperar a la sentencia para confirmar la credibilidad de la supuesta víctima, pero, dicho sea sin ánimo de empeorarle los ardores, resulta que en un texto legal promulgado allá en 1978 -y por desdicha relegado al olvido- se concluye que […] todos tienen derecho al juez ordinario predeterminado por la ley […] a utilizar los medios de prueba pertinentes para su defensa, a no declarar contra sí mismos, a no confesarse culpables y a la presunción de inocencia […], y esto es lisa y llanamente lo que Ana Redondo advertía.

Igualdad, lo que se dice igualdad -la que rotulaba el cortijo de Irene- es la que proclama la Carta Magna al estipular que […] Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social […] y esto incluye incluso a Dani Alves, favorecido por la grotesca torpeza de la Montero y sus compañeros de Gobierno, como ahora veremos.

Hará unos días se conocía la sentencia del Juzgado de Instrucción nº15 de Barcelona, por la que se condena a Daniel Alves Da Silva como autor responsable de un delito de violación -dice la sentencia- a la pena de cuatro años y seis meses de prisión. En la referida sentencia se destaca lo siguiente: […] La reforma del Código Penal operada por la Ley Orgánica 10/2022 de 6 de septiembre es más favorable al acusado al establecer un marco punitivo más amplio pero un límite inferior más bajo. […]De ahí que este Tribunal deba imponer la pena, necesariamente, entre 4 y 8 años de prisión. […]

La propia sentencia recalca que […] Los hechos son constitutivos en primer lugar de un delito de agresión sexual con acceso carnal de los artículos 178 y 179 del Código Penal en la versión reformada por LO 10/2022 de 6 de septiembre –“Ley del solo sí es sí”- que más favorece al acusado […]. A lo largo de su redacción se advierte hasta en dos ocasiones más que fue la ley pergeñada por Irene Montero, validada por el gobierno de Sánchez, y refrendada por una mayoría del Congreso, la que obliga a condenar a una pena de cárcel inferior al reo.

Un servidor de ustedes allá en septiembre de 2022 ya les resumía las funestas consecuencias que la ley del “solo sí es sí” nos depararía. Lean, si les place «Habrá menos cárcel para el violador». Y no es que el menda sea precisamente Nostradamus, porque este vaticinio -que muchos juristas hicieron antes que yo- lo podría haber hecho un estudiante de primero de Derecho. La Montero, su gabinete y todo un gobierno, por contra, no pudieron.

Pero bien se sabe que cuando Irene coge la linde, la linde se acaba, pero Irene sigue. Y así, la Montero tuiteaba para bochorno ajeno: “La sentencia contra Dani Alves establece con claridad que cometió una agresión sexual porque la víctima no consintió. Es el resultado de la lucha feminista por el derecho a la libertad sexual y por poner el consentimiento en el centro. Se acabó la impunidad. Solo sí es sí”. Una vez más la Montero cree haber descubierto la rueda o el alfabeto ¿Se acabó la impunidad gracias a ella? Lo que realmente quita el sueño son los doce mil corazoncitos que sus fans le regalan en Instagram.

Allá en 1848, siendo una mujer reina de todos los españoles, y cuando los bisabuelos de Irene no eran ni un cigoto, el Código Penal establecía que: […] La violación de una mujer será castigada con la pena de cadena temporal. Se comete violación yaciendo con la mujer en cualquiera de los casos siguientes: Cuando se usa de fuerza o intimidación; Cuando la mujer se halle privada de razón o de sentido por cualquiera causa. Cuando sea menor de 12 años cumplidos, aunque no concurra ninguna de las circunstancias expresadas en los números anteriores […] El que abusare deshonestamente de persona de uno u otro sexo, concurriendo cualquiera de las circunstancias expresadas en el artículo anterior, será castigado según la gravedad del hecho con la pena de prisión menor a la correccional […]

Siendo muy niña la Montero, el Tribunal Supremo ya sentenciaba: […]Lo verdaderamente importante en la violación, desde el punto de vista jurídico, es saber de la intencionalidad decidida del violador, es saber de los medios empleados en su ataque físico o moral. […] Porque en cuanto a la resistencia, que el sujeto pasivo por su parte ofrece, ya se ha abandonado la antigua doctrina que exigía fuera ésta trascendente, casi heroica, estimándose suficiente una resistencia seria, más tarde definida como razonable, cuando no incluso se llega a prescindir por completo de las características de una actitud defensiva que, sin otra eficacia jurídica, sólo puede hacer peligrar incluso la vida misma […]

Lo de Irene, por siniestro que sea, ya aburre a las ovejas. Son muchas y variadas sus salidas de pata de banco. De no saber definir lo que es una mujer al indulto de dos delincuentes, y su posterior beatificación, para luego además calumniar al ex marido de una de ellas, hecho por el cual Irene fue condenada en sede judicial, sin que ninguna exministra pidiera cárcel o multa para ella sin esperar al debido proceso. De sus puestas en escena -además de redescubrir la vocales en cada frase- las más épicas son aquellas en las que Irene y sus corifeas juran que van a dejarse la piel para librar al mundo de la violencia machista. Dicen que son ellas las que ponen el cuerpo ¡El cuerpo dice, nada menos! ¡Si no arriesgan ni el cargo ¡Si ni siquiera dimitieron!    

Amiga y vecina, cuando el fascismo heteropatriarcal venga a devorar a la sociedad, cuando ese cuarto Reich infestado de víricos machirulos se asome, recuerda quiénes son las que juraron poner el cuerpo y dar la vida para salvarte. Ese día, el día en que Irene y su tropa tomen las armas o den la vida por defender a las mujeres, juro que me pasearé con enaguas por el Madrid de los Austrias. Será el mismo día que vean un portaaviones surcando el Manzanares. Se acabó; juro que no vuelvo a escribir sobre la Montero. Si ustedes la quieren de eurodiputada vótenla y luego, para mayor gloria de la náusea, culpen de sus cagadas a ¿Mussolini?

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